José Chávez Morado una leyenda del muralismo mexicano

In Arte, Cultura y Poesía

Entrevista y fotos por Mary J. Andrade

Vista parcial de uno de los murales en la Alhóndiga de Granaditas.

En septiembre de 1993 entrevisté al Maestro Chávez Morado en su casa-museo en Guanajuato. El 4 de diciembre del mismo año, la entrevista fue publicada en La Oferta. La conversación que mantuve con él, su sencillez compartiendo sus experiencias, vivencias y añoranza de su esposa la pintora, Olga Costa, permanecen en mí. La obra del maestro está presente en un sinnúmero de museos en México. Considerando los conceptos que él compartió conmigo y el privilegio de haberlo conocido he decidido publicarla nuevamente en estas páginas que recogen artículos de arte, historia y de la tradición y celebración del Día de los Muertos en México.

A sus 84 años de edad, con su figura erguida, envuelto en la tristeza honda que nace de él, el pintor y muralista José Chávez Morado impone a simple vista. Y no es que él se proponga causar esa impresión, sino que esta se proyecta al abrirnos la puerta de su residencia.

Minutos más tarde esa primera impresión va desvaneciéndose ante su callada amabilidad. Al inicio de la entrevista es él quien interroga y una vez satisfecha su necesidad de saber, cómodamente sentado en su mecedora, vuelve la mirada al pasado. Sus recuerdos van hasta el momento en que siendo un adolescente tomó la decisión de viajar “al norte” en busca de aventura, para terminar trabajando como bracero en los campos de California.

El núcleo del movimiemo muralista mexicano lo forman Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiro y Rufino Tamayo. José Chávez Morado es una de las leyendas vivientes del muralismo mexicano que pertenece al Segundo grupo de pintores que incursionan en él usando su trabajo como una forma de plasmar un mensaje patriótico, dejándolo a la posteridad.

La reconocida pintora Olga Costa.

El Maestro Chávez vive en la ciudad de Guanajuato, afectado por la muerte reciente de su esposa y compañera de toda su vida, la pintora Olga Costa, pasa sus días dedicado a continuar creando obras que son una ratificación de su estilo y técnica implantadas hace mucho tiempo. Entre ellos la integración del mosaico italiano con alto relieve en el diseño de sus obras monumentales. Ejemplo de esta técnica es el edificio de energía atómica en la Ciudad Universitaria.

José Chávez Morado nació en Silao, Guanajuato en 1909 allí estudió la primaria, ya joven trabajó en las oficinas de la compañía de electricidad al igual que en el Express. Luego, el mundo se le hizo chico, tomó el tren y viajó a los EE.UU.

“El Norte”: una experiencia formativa

En esos años no se necesitaba pasaporte para entrar, solo tuve que apuntar mi nombre. Viajé con un amigo, él se regresó a los seis meses, yo me quedé cinco años.

Para un joven de 17 años la decision de “ir al norte”, era como el inicio de una aventura.

Cuando uno es joven no sabe exactamente lo que quiere. Y lo que para mí era una aventura se convirtió en una experiencia que no fue ni buena ni mala. Sí fue pesada. Yo era muy joven y anduve de un lado a otro, estuve tanto en el norte como en el sur dc California. No me gustó vivir en Los Ángeles y me puse a trabajar en el campo ‘piscando’ naranjas y otros productos. Aprendí a podar árboles, fui un bracero…

Sus palabras fluyen rápidamente bajo el calor de los recuerdos de aquella experiencia, todavía fresca en su memoria.

En esa época (1926-1931), en California no había el racismo que ahora existe. Era un lugar muy hermoso. Eso sí el trabajo era duro y escaseaba, allí me agarró la crisis del 29 y 30, sin embargo yo sentía que los mexicanos siempre estábamos en crisis. Recibíamos menos que otros braceros. Por cortar naranjas y llenar un cajón casi tan grande como una mesa, nos pagaban 7 centavos. Teníamos qua sudar tremendamente para ganar entre dos y tres dólares, y con eso no se compraba mucho…

Un contratista mexicano, porque también los mexicanos explotan a sus paisanos, consiguió un contrato de trabajo y tomó dos braceros, yo fui uno de ellos, para asegurarse de contar siempre con nosotros nos dio vivienda en el sótano de su casa.

Con el transcurrir del tiempo ¿cómo ve el Maestro Chávez esos años que pasó en varios lugares de California?

Oleo del Maestro Chávez Morado.

Aquello fue una experiencia formativa, yo era un chamaco cuando me fui y cuando regresé a mi patria ya un hombre qua conocía las cosas positivas y negativas de la vida, que había experimentado la forma de vida de otro país y las injusticias que se cometen en los campos.

– ¿Influyó esa experiencia en su pintura?

No creo. Aunque asistí en Los ángeles a una academia de arte por una corta temporada, el tiempo que pasé en EE.UU. no influyó para nada en mi trabajo.

Durante mi estadía en Los Ángeles decidí asistir a una escuela que en aquella época se llamaba de Americanización. En ese entonces se deseaba que los inmigrantes se nacionalizaran, yo no estaba interesado en eso, lo que quería era aprender inglés. Un día una de las profesoras vio mis dibujos, se los mostró a la directora de la escuela y ella a su vez los llevó a una escuela de arte. Les interesó y me concedieron una beca.

A cambio de sus estudios, el joven Chávez Morado tenía que barrer los salones, de modo que terminaba sus faenas casi a media noche.

El Sistema de enseñanza en el salón en aquella academia era complicado, ya que la modelo estaba al fondo y luego había un hemisciclo que iba subiendo. Los estudiantes que estaban abajo en los primeros lugares podían ver major y el professor los atendía, en cambio los que estábamos arriba no veíamos bien y el maestro nos prestaba poca atención. A eso se  unió las largas horas de trabajo, por lo que terminaba exhausto, ya que yo era un muchacho de brazos débiles, que no estaba acostumbrado a trabajar todo el día, para luego al final de clases, tomar una escoba y barrer los salones. Yo no provenía de una familia de campesinos, la mía era de close media educada, donde axistían libros antiguos que habían pertenecido a mi bisabueIo, a mi abuelo y a mi padre. Desde muy temprana edad yo dibujaba, todavía tengo dibujos del año 25 cuando estuve allá.

Regresa a México

Oleo del Maestro Chávez Morado.

Aquella elapa de la vida del Maestro Chávez Morado terminó en 1931 cuando regresó a la casa de su padre. Él le puso una tienda de abarrotes para que trabajara en su propio negocio, pero como pasaba todo su tiempo dibujando, éste no prosperó y terminó por cerrarlo en menos de un año.

Entonces me fui a México y entré a estudiar en la escuela nocturna de lo que es actualmente la Escuela Nacional de Artes Plásticas. Tenía que trabajar durante el día y encontré que la caricatura era la forma de ganarme la vida. Paco a poca fui estableciendo conexiones, iba de una oficina pública a otra dibujando caricaturas de los empleados, por ellas me pagaban 1 peso y cincuenta centavos. Así me sostuve por dos años.

Después conocí a personas que trabajaban dando clases de dibujo en Ia Secretaría de Educación Pública y conseguí una clase. Hice dos carreras al mismo tiempo, porque me formé como pintor y a la vez enseñaba. Llegué a ser director y formador de instituciones. Fueron 33 años de ese trabajo en el cual felizmente fui creativo y no me volví burócrata.

Su estilo auténticamente mexicano

El Maestro Chávez Morado perteneció a la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR), al Taller de Gráfica Popular y al Frente Nacional de Artes Plásticas. Enseñó materias de su especialidad y fue inspector en escuelas en la SEP y la UNAM; dirigió la Sección de Enseñanza Plástica del lNBA y fundó y tuvo a su cargo el Taller de Integración Plástica (1950) y la Escuela de Diseño y Artesanías (1962-1966).

Mi pintura no refleja nada de los EE.UU. Cuando me inicié era la época en la que influían en los jóvenes artistas los murales que habían pintado años antes Diego, Orozco, Siqueiros y otros. De modo que para mí, lo que encontré fue un México que yo no conocía.

Nuestra capital en la década de los treinta era una ciudad muy bella, su cielo era azul y limpio y existía una gran seguridad en sus calles, incluso los pobres podían comer. Ahora todo ha cambiado.

Aunque estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, el Maestro José Chávez Morado se considera un autodidacta, como pintor y grabador. Entre sus trabajos destacan: “La tragedia de las cinco de la tarde”, “Los Tragaquintos”, “Los hambreadores” y otros que siguen la escuela de Posada. Algunos de sus óleos recogen escenas callejeras que fueron parte de la Ciudad de México entre 1938 y 1945: “El Tragafuegos”, “Los vendedores de piñatas”, “Toritos”, “Danzantes y Procesiones”, son algunos de sus cuadros.

Cuando empecé no habían galerías, los pintores vendían en sus casas. El único que tenía clientela porque era conocido internacionalmente era Diego. Después se abrió una que todavía existe, que se llama Galería de Arte Moderno que abrió caminos a muchos artistas. Aunque yo era un principiante recibían mis dibujos.

Placa que aparece a la entrada del museo.

Me casé con una gran artista que acaba de morir, se Ilamaba Olga Costa. El museo que está al frente lleva su nombre y el mío.

El Maestro hace referencia a la torre y sus pertenencias artesanales y artísticas que la pareja donó al pueblo de Guanajuato, en abril dc este año.

Dicha torre, una construcción de las que llamaban Torres de Noria, originalmente tenía como función pinncipal la de captar agua de los arroyos, para elevarla con malacate y conducirla por medio de acueductos a los patios de beneficio donde se molía el mineral con plata. La ex-hacienda de Guadalupe donde está la torre, hoy Museo Olga Acosta y José Chávez Morado, inició labores en el siglo XVIII, las que se suspendieron a partir de la Guerra de la Independencia.

Fue adquirida, restaurada y adaptada para ser hogar y taller por el matrimonio, agregándole habitaciones y haciéndole un nuevo jardín.

Olga y yo nos auto-formamos. No tuvimos profesores importantes, lo que veíamos nos inspiraba. Además, en ese tiempo había una corriente muy importante que ahora se niega: que es la observación de lo que uno ve alrededor, ya sea las costumbres, la gente, la belleza de los mexicanos.

Antes de esa época el arte mexicano sobre todo de finales del siglo XIX, al igual que en otras partes, era may afrancesado. Fueron los artistas de las décadas de veinte y treintas los que rompieron esta dominación de un arte que era bueno, pero no era nuestro. Era una manera distinta y esa fue mi formación: la observación de lo que ocurría a mi alrededor, plasmándolo en el lienzo.

No podemos hablar de nacionalismo, pero sí de un arte de México. Es un estilo que incluso creó interés en otros países, el Modernismo Mexicano fue la influencia que tuvieron los norteamericanos durante la crisis del 30, cuando Roosevelt dio trabajo a los artistas porque no tenían que comer.

Esa crisis fue tremenda, no me tocó, pero vi maestros de universidades en las calles de Los Ángeles, con un letrero que decía ‘Soy professor universitario, cómpreme una manzana.

Parece que la historia se repite que el Maestro Chávez Morado está describiendo escenas actuales. La recesión económica en los EE.UU. ha llevado a muchos desamparados a pararse en las esquinas de las grandes ciudades con un cartel que dice: “Busco trabajo a cambio de un plato de comida”.

Durante los años que Olga y yo vivimos en la Ciudad de México nos dedicamos también a viajar, fuimos a Asia, Europa, al mismo tiempo que exponíamos nuestros trabajos en muchos lados.

Obras monumentales

En la obra del Maestro Chávez Morado constan también los paisajes urbanos y campestres y excelentes retratos, en especial su autoretrato. Sin embargo, se especializó en realizaciones monumentales, que él no los llama murales porque algunas veces no están sobre muros.

Pocos días antes de esta entrevista él acababa de hacer una marquersina, que pesa alrededor de 13 toneladas, en bronce de ocho colores. Los trabajos no son hechos por él completamente, ya que se trata de una labor de equipo, siendo él quien diseña y contando con el apoyo de ayudantes que hacen el relieve, junto con los fundidores. Para el Maestro Chávez Morado sus obras son como “un teatro sin cortinas”. Su trabajo ha llegado a un punto donde el mural deja de ser pintura y se convierte en escultura, combinando una técnica de alto relieve y acabado.

“El niño muerto” óleo de Olga Costa.

Ni Olga ni yo conocimos América del Sur, excepto Perú donde estuve una vez invitado a un Congreso de Artesanos, en mi calidad Vice-presidente para América Látina del Consejo Mundial de las Artesanías dependientes de la Unesco. No viajé los países sudamericanos por el militarismo feroz que existía y que todavía se hace sentir, aunque ha aflojado bastante. Lo siento que nos privamos de conocer esa región puesto que son países muy bellos con un idioma y raza común con nosotros los mexicanos.

El Maestro Chávez ha realizado mas de 20 obras monumentales, decorando edificios públicos y privados. Entre sus obras más importantes están las siguientes: 3 tableros en el Centro Escolar Hidalgo, en la Colonia Santa Julia; los murales del cubo en la escalera de honor de la Alhóndiga de Granaditas, con el tema “La Liberación de la Independencia”; los murales en mosaico de vidrio veneciano en la Facultad e Instituto de Ciencias de la Ciudad Universitaria, especialmente “El regreso de Quetzalcóatl”; los relieves del Centro Médico del IMSS; el cancel de bronce de la galería “La lucha del pueblo mexicano por su libertad”, en el Bosque de Chapultepec; la fachada en mosaico de piedra y vidrio de los laboratorios Ciba, en la Ciudad de México; la fachada de la Escuela Normal de Jalisco en piedras policromas, y el cancel de bronce del monument a Juárez, ambos en Guadalajara; y la columna que soporta la techedumbre del patio del Museo Nacional de Antropología.

Tengo una larga carrera de muralista, lo mismo pintando que haciendo mosaicos, en los que utilizo elementos de bronce, a la vez que pinto caballetes.

Se radica en su estado natal

El matrimonio Chávez Morado se establece en Guanajuato a finales de los sesenta. El maestro dirigió por diez años el Museo de la Alhóndiga de Granaditas, al cual convirtió en un importante centro de material arqueológico, histórico, artesanal, pictórico, escultórico y fotográfico.

Olga y yo vivimos muy bien, hicimos mucha obra. Teníamos una casa muy hermosa en Coyoacán, que es una región may bella del sur de la Ciudad de México, pero me cansé de estar allí.

Vista más amplia de uno de los murales pintados por el Maestro Chávez Morado.

Fui llamado para pintar los murales en el Museo de Antropología de la Alhóndiga dc Granaditas, un lugar que para nosotros es un santuario. Tardé dos años haciéndolos. Los de la escalera principal los llevé a cabo en el one 55, los segundo los realicé en el 66. Fui director de ese museo cuando todavía no lo era. Trabajé en la dirección sin dejar de pintar.

Fueron diez años de una labor de investigación, ya que para hacer museos hay que buscar calecciones. Cuando encontré la Alhóndiga estaba vacío, había sido cárcel desde Ia época de Maximiliano. Por diez años busqué fotografías, documentos, libros; organicé todo a la vez. Creo que el artista puede expresarse en otras maneras también y el hacer museo es una forma de expresión artística. Mi exposa y yo, con la ayuda de un gobernador amigo mío fundamos también el Museo del Pueblo de Guanajuato.

Cuando recién me case traje a Olga a conocer Guanajuato, en ese entonces el estado pasaba por una crisis tremenda, ya que lo único que sostenía la economía era la minería, existiendo en ese entonces un conflicto porque se habta formado el Sindicato de Mineros. Los dueños de las minas eran norteamericanos que ya casi no las trabajaban terminando por dejarlas abandonadas. Era tan pobre Guanajuato qua se padía comprar una casa en la plaza principal por diez mil pesos. Cuando vine en el 55 ya no era así, pero seguía siendo una ciudad pobre, el turismo no existía.

La pena que siente por la pérdida de su esposa se ha manifestado varias veces durante esta entrevista.

La vida fue buena conmigo, lo único que ha sido duro para mí es la muerte de mi compañera. Estuvimos casados desde el 35 hasta febrero de este año. Ella fue una gran pintora, su obra es considerada como tal, ambos recibimos el Premio Nacional de Artes, que es el mayor que se le puede dar a un nacional.

El Maestro Chávez resumió en dos horas casi toda una vida, habló de sus sueños, porque cada obra nace de una idea que se alimenta con amor, con la ilusión de verla terminada. Para él fueron sueños hechos con la mente, con el corazón y con sus manos así lo expresa en silencio pero emotivamente a través de sus gestos.

Una vida fructífera

– ¿Cómo resume estas seis décadas de su vida dedicada al arte?

Fructíferas. Tuve la oportunidad de tener el don de poder dibujar y reproducir lo que veo e imagino. Tuve además el don de tener una compañera que me apayó. Nuestros caminos se encantraron y los recorrimos juntos, gocé de su compañía. En mi mente sigue grabada su beIleza, porque fue una de las mujeres más bellas que he conocido y al irse ella siento que la vida se acabó…

Vista de uno de los hermosos lugares de Guanajuato.

Una parte de la vida del Maestro Chávez Morado ha terminado al fallecer su esposa, sin embargo la proyección e importancia de su trabajo junto con el de su esposa crece y seguirá creciendo con el tiempo. El trabajo de ambos es un legado que pertenece a todos y muestra de ello es la donación del Museo Olga Costa y José Chávez Morado, hecha al Gobierno del Estado de Guanajuato. Por su valor incalculable, ha contribuido a aumentar considerablememe el patrimonio cultural de ese estado.

Actualmente el curriculum del Maestro Chávez se encuentra en manos del Director de Bellas Artes de México, quien lo está estudiando para presentarlo a la OEA como candidato para el premio Gabriela Mistral.

Medalla al Mérito Ciudadano

Al cierre de esta edición recibimos una llamada telefónica del Lic. Desmond O’shaughnessy, de la Oficina de Turismo de Guanajuato, comunicándonos que por iniciativa de la Cámara de Diputados de Estado, el 15 de este mes, en una sesión solemne se hará la entrega por primera vez, de la Medalla al Mérito Ciudadano “Miguel Hidalgo y Costilla”, a 12 hombres y mujeres ilustres del estado. Entre ellos recibirá el galardón el Maestro José Chávez Morado y como homenaje póstumo el muralista Diego Rivera y la pintora Olga Costa, entre otros.

La entrega de esta presea es una distinción que Guanajuato hace a sus ciudadanos que en diferentes campos del saber se han destacado y han recibido a nivel nacinal e internacional el reconocimiento que su obra merece. Se honra así, una vez más, a quienes de una manera u otra han establecido, con su dedicación y creatividad, una imagen de permanente superación intelectual, del estado y del país.

El reconocimiento internacional del Maestro Jose Chávez Morado y de su esposa Olga Costa tuvo lugar hace muchos años, prueba de ello son sus múltiples exposiciones en países extranjeros, así como la serie de libros que sobre sus trabajos han sido publicados. Él seguirá siendo objeto de homenajes de quienes admiran y reconocen su valor como una de las leyendas vivientes del muralismo mexicano, mientras en su nativo Guanajuato él continúa creando, acompañado del recuerdo y la añoranza de la que fue su compañera por 58 años.

 

 

 

 

 

 

 

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