El culto al cráneo es casi universal, muchos pueblos del mundo lo han guardado por considerar que en él se encuentran los poderes del fallecido. En el México prehispánico hubo ritos dedicados a él.
Las calaveras son igualmente versos festivos que durante la temporada de Día de los Muertos hacen comentarios, en forma de epitafio, de los defectos de personajes vivos presentados como muertos. Esta costumbre originada en la época colonial se enlaza con ciertas expresiones religiosas de la Alta Edad Media Europea, como la Danza de la Muerte y las creencias indígenas precortesianas que tenían a la muerte como compañera inseparable.
Una de las más conocidas calaveras, de autor anónimo, fue dedicada al general Porfirio Díaz y es la siguiente:
“Es calavera el inglés
calavera el italiano,
lo mismo Maximiliano;
y el Pontífice romano,
y todos los cardenales,
reyes, duques, concejales
y el Jefe de la Nación
en la tumba son iguales:
calaveras del montón”.
Los niños, llevando en sus manos una calabaza, cantan sus calaveras esperando una dádiva de quienes las oyen. En Xoxocotla, Morelos, encontramos a un grupo que no permitió que siguiéramos nuestro camino sin antes escucharlos:
“La calavera tiene hambre,
¿no hay un pedazo de pan por ahí?
No se lo acaben todo,
déjame la mitad.
Chile con huevo,
chile con pan,
la calavera quiere cenar”.
Las calaveras se ilustran igualmente de manera festiva, destacándose los grabados de José Guadalupe Posada.
Las calaveras de dulce son preparadas de diferentes tamaños. El azúcar se disuelve en agua hasta obtener un jarabe muy espeso que se vierte en moldes. Cuando el azúcar se seca se decora con filigrana de azúcar coloreada y recortes de papel brillante de diferentes colores, sin dejar de colocar en la frente del cráneo un nombre de pila.
El comprador puede regalarla a un amigo o pariente para que se “coma su calavera”. Se utiliza también para los arreglos del altar, representando a los muertos que se recuerdan y en el caso de la ofrenda nueva en Morelos, específicamente para representar la cabeza del homenajeado, de quien se modela el cuerpo sobre la mesa, que es la base del altar.Se elaboran también, de azúcar, figuras de animalitos y ángeles que se cuelgan en los arcos dedicados a los niños fallecidos. Calaveras de amaranto con nueces en las cuencas de los ojos y pepitas de calabaza o cacahuate como los dientes se encuentran en los mercados. Las de chocolate son igualmente apetecidas, destacándose por su color, entre las de azúcar y amaranto.