Texto y fotos por Julie Sopetrán
A Uruapan, situado a 52 kilómetros de Pátzcuaro y unos 100 de Morelia con más de doscientos mil habitantes, se llega sin sentir debido a los deliciosos paisajes, la frondosa vegetación, pueblos tan antiguos como su propia gente, gente tan acogedora como su propio paisaje, capillas del siglo XVI, artesanías de todo tipo elaboradas por manos p´urhépechas, por artesanos nativos que van mimando minuciosamente los secretos de sus antepasados conservando su recuerdo en cada obra de arte.
Se llega a Uruapan por la autopista Morelia-Pátzcuaro-Uruapan, aunque también se puede llegar por la carretera federal Nº 14 pasando por Tingambato. Su belleza natural está rodeada de huertos y frutales, por algo es ”la capital mundial del aguacate”, al que también han llamado “el oro verde”. Aunque vive de otros cultivos como la caña de azúcar, el maíz, el durazno, el café, la guayaba, el jitomate, la calabaza, el chile… Siendo también una región rica en ganadería. Uruapan es un punto de unión entre la meseta p´urhépecha y la tierra caliente. Está situada a casi dos mil metros de altura y disfruta de una temperatura media de veinte grados centígrados.
Desde la carretera podemos distinguir el Volcán más joven del mundo, el Paricutín, uno de los pocos existentes que el hombre ha visto nacer y crecer, este volcán hizo su erupción el 20 de febrero de 1943, se pueden contemplar los vestigios del Templo de San Juan Parangaricutiro, que junto al poblado quedó cubierto por la lava. A unos cuantos minutos se encuentra Zacán.
Uruapan es un nombre netamente p´urhépecha. Uruapan, que significa “lugar donde los árboles reverdecen” o lugar donde todo florece. También se dice que es “el lugar de los futuros donde se tiene la oportunidad de vivir eternamente”. Tal vez por ello se comenta que es el “Vergel de Michoacán” o “la verdadera cuna del maque”, por la cantidad de artesanías que se hacen con la madera de estos lugares de bosques de pino y encino, guajes y cascalotes. Se hacen máscaras, bateas, cajas, instrumentos musicales, platos artesanales… También se elaboran rebozos, mantas de algodón y de acrilán. Son famosos los telares rústicos, los que todavía se usan de madera de pedal. Los artesanos saben cómo mezclar y recubrir las piezas, para ello utilizan aceites vegetales y animales que lo mezclan con minerales pulverizados, lo aplican a las artesanías y consiguen una superficie dura y lustrosa, luego imprimen sus dibujos decorativos, los resecan y embuten con diferentes colores y consiguen recrear verdaderas joyas. Yo diría que únicas en el mundo.
Uruapan en 1534, fue fundada por Fray Juan de San Miguel, su labor evangelizadora quedó establecida sobre asentamientos prehispánicos. Su influencia franciscana se respira especialmente en La Huatápera, y las capillas de los barrios de la Magdalena, San Francisquito, San Juan Bautista, San Pedro, San Miguel y Santiago.
Dar un paseo por las calles y pararse a comer el churipo con corundas, las carnitas, el atole, la barbacoa de borrego, los nacatamales, en el día de muertos, los uchepos, las quesadillas de flor de calabaza, los tamales de harina y atole de tamarindo y de cacao y las toqueras de maíz azul… es una de las delicias gastronómicas de Uruapan, entrando al Mercado de los Antojitos. O pasear por el Parque Nacional “Eduardo Ruiz” en el mismo centro de la ciudad donde nace el Río Cupatitzio, o “río que canta” llamado también la Rodilla del Diablo. Entrar al Museo del Turista donde los artesanos exhiben y venden sus productos de maque, máscaras, cestos, guitarras de Paracho, maderas maqueadas y demás caprichos artesanales, es una delicia que nunca olvidará el visitante.
Día de Muertos
La Maestra Silvia Huanosto, Directora de Turismo en la ciudad y región nos recibe amablemente, nos enseña la ciudad, nos habla de sus gentes, de sus fiestas, de sus pueblos, quiere enseñarnos todo con una amabilidad desbordante.
Ella misma nos lleva a Zacán, “lugar pedregoso” y también “lugar donde la tierra es cultivada”, estuvo muy afectado este lugar por la erupción del volcán Paricutín. En Zacán, todos los años se dan cita más de 60 comunidades indígenas de la Meseta P´urhépecha, La Cañada de los Once Pueblos y la Zona Lacustre, debido al Concurso artístico de la Raza Purépecha” compuesta por pirekuas, orquestas, danzas y bandas de viento o como dicen en la región, de aliento. En este pueblo es típica la elaboración del punto de cruz, prendas de vestir y sombreros hechos con fibras vegetales. Zacán está a dos mil metros de altura sobre el nivel del mar.
Silvia quiere que vayamos a visitar ofrendas. Hay tres casas donde hay que llevar un regalo al muerto, ofrecérselo, y saludar a las familias. Son muertos de este año, se han ido hace poco, y ellos vuelven, así lo creen las familias, la ofrenda es hermosa dentro de las casas, hay de todo en los tres lugares que visitamos, frutas, frutos, comida, retratos de los fallecidos, detalles que hablan de sus vidas, de lo que más les gustaba…, detalles como un horno, porque a ella le gustaba cocinar en el horno, una cancha de baloncesto, porque él era jugador de este deporte… Conchas de mar, porque a ella le gustaba coleccionarlas…Una máquina de coser porque a ella le gustaba coser… Detalles que hacen que cada ofrenda sea diferente, aunque en todas tengan en común la abundancia de comida junto a los frutos de la tierra.
Debemos ser respetuosos, dar y recibir, hacer fotos, participar, hablar con las familias. Rosita murió de 30 años de corazón; Enedina murió de 107 años, tiene cuatro hijos, y fue muy querida en la comunidad; María de la Salud murió de accidente, le gustaban mucho las conchas y era muy alegre. La gente va llegando con más ofrendas, las mujeres cocinan comida para corresponder a la gente que lleva algo al difunto. Incluso nos obsequian con un regalo, es un pañito hecho por las mujeres de la familia a punto de cruz, para que lo llevemos de recuerdo. Y así es la costumbre… compartir, dar, agradecer, recibir. Todo en un ambiente familiar muy agradable, serio, alegre y a la vez respetuoso.
Comida en Zacán
Llovía a mares, Silvia, después, nos llevará a comer una comida exquisita, es una cocinera que ha viajado a París, que en dos días viajará a Sud-África para llevar la comida mexicana a distintos lugares, es una mujer p´urhépecha extraordinaria, su esposo ya la deja viajar y llevar sus saberes culinarios a otros pueblos y mundos. Es una familia encantadora. Está la mesa puesta. Huele rico.
Esperanza Galván Hernández, y su familia, han preparado una comida deliciosa, en su casa. Ella lleva años cocinando exquisitos platos que ha aprendido con la experiencia de la necesidad, hoy representa a esta zona de México, en los programas de la UNESCO, la cocina de Michoacán. El mole, las corundas, su plato de toroatápakua, las carnitas, la sopa de arroz, el queso fresco, la corunda mixtamal con verdura, calabaza, zanahoria envuelta en hojas de maíz…y una carne de res a la brasa, exquisita, con tortillas recién hechas, calientes, platos deliciosos que hará en África Esperanza, en un taller para la enseñanza de la cocina mexicana. Acaba de venir de Tijuana, de Paris. Se lleva ingredientes que no hay en otros lugares sólo en México, le ayuda su nieta, nos dijo que tarda de tres a cuatro horas en preparar la comida que degustamos en un día tan especial en Zacán. Su esposo muy amable nos saluda, comparte la idea de que su esposa viaje a África y aprecia hondamente su trabajo y dedicación a la cocina.
Seguimos nuestro viaje a Santa Fe de la Laguna, no sin antes agradecer a Silvia, A Esperanza, a su esposo y familia su hospitalidad. Ese cariño especial que nos muestran y nos hacen sentir las gentes y las costumbres de Uruapan y los pueblos entrañables de una sierra mágica.