Texto y fotos por Mary J. Andrade
El Festival de Tradiciones de Vida y Muerte de Xcaret convocará este año 2013 a su octava cita anual.
La celebración de Hanal Pixán en este parque se ha convertido en un centro cultural en el que los organizadores investigan y dan a conocer la forma cómo se honra el recuerdo de los ancestros en las diferentes poblaciones mayas de los estados que conforman la Península de Yucatán.
Cada año, el Parque Xcaret ubicado en Quintana Roo tiene como invitado a un estado diferente. Habitantes de distintas poblaciones concurren al lugar para elaborar altares y compartir de forma oral el significado de cada uno de los objetos y los alimentos que colocan en ellos. Hanal Pixán o Comida de las Ánimas, como se conoce el Día de los Muertos es una tradición del pueblo maya durante la cual recuerdan a sus parientes y amigos que se adelantaron en el viaje eterno.
Según sus creencias, del 31 de octubre al 2 de noviembre las ánimas reciben permiso para visitar a sus familiares, ya que los que mueren no se van difinitivamente, sus almas siguen presentes especialmente durante los días de muertos cuando regresan para saborear los platillos que sus parientes les preparan, después de haber recorrido el camino que una vez se los llevó y que ahora los conducen al Hanal Pixán.
La tradición incluye varios ritos, pero el principal consiste en elaborar un altar donde se coloca comida, bebida y fotografías de las personas fallecidas.
El primer día, 31 de octubre, se dedica a los niños a quienes se les llaman Niño Hanal Palal; el segundo día, primero de noviembre, está dedicado a las almas de los adultos y se les llama UHanal Nucuch Uvinocoop. El tercer día es el UHanal Pixán Oop, durante el cual se dedica una misa a las almas, por lo general en el cementerio de la población.
El altar en Pomucho, Campeche
Según Jesús Alfredo Guanxool, nativo de Pomucho, “el lugar donde se tuestan los sapos”, población ubicada en el norte del Estado de Campeche, sus habitantes ponen altares que él describe como tradicionales. Los dividen en dos secciones: una para los niños y la otra para honrar las almas de los adultos.
“El altar del Día de los Muertos en la región maya representa el sincretismo que se dio al mezclarse la religión maya con la religión cristiana, fusionando todos los elementos y dando lugar a lo que en la actualidad celebramos como el Día de los Muertos”, relata Jesús Alfredo Guanxool frente al altar que confeccionó durante el festival del año pasado en Xcaret.
“Los mayas no tenían la concepción de la muerte como la tenemos ahora. Sólo colocaban ofrendas, no hacían altares. Las ofrendas representaban también el fin del ciclo del maíz para comenzar otro, ya que la vida para nosotros es cíclica. Nace el maíz, se siembra, se cultiva y vuelve a empezar un nuevo ciclo”.
Jesús Alfredo Gunxool señala que el altar viene con la Colonia; por ejemplo, el uso del mantel en el altar de muertos hace referencia al que se encuentra en el retablo donde dá misa el sacerdote. El pan se fue anexando, ya que antes se ofrecía la tortilla, el pozole, el maíz nuevo, el maíz tostado, el copal”.
En referencia al copal que los mayas queman, Jesús Alfredo Guanxool comenta que tienen como prueba una lápida, en la que aparece un maya cortándose una vena y dejando correr la sangre sobre el incienso, para así hablar con sus ancestros.
“Era una forma de verlos a través del humo y del fuego”. Aludiendo a los muñequitos que se colocan en los altares de su pueblo y reafirmando que la vida es cíclica, él menciona la isla de Jaina, conocida como “el lugar de la casa en el agua”, en donde enterraban a los niños en jarrones porque creían que volvían al útero materno.
Según Jesús Alfredo Guanxool, el maya tiene diferentes clases de almas, una de ellas, conocida como el “chulel” es la que regresa a alimentarse de las ofrendas y es a través de sus rituales como tratan de preservar la tradición.
“Para el maya era muy importante todo lo que dá vida: la tierra, la mujer, la sangre, por ello cuando moría creía que su chulel regresaría. En mi pueblo hacemos algo muy especial, a los tres años de fallecida una persona, sus familiares van al cementerio, sacan los restos y los ponen en nichos. Limpiamos los huesos de nuestros muertos el día primero de noviembre, para que regresen a comer en una forma limpia. La comida que el alma debe disfrutar, como resultado del sincretismo cultural es el mucbil pollo. A los ocho días, después de Hanal Pixán, se prepara nuevamente el mucbil pollo, conocido como el Bix y al final del mes de noviembre se lo vuelve a hacer. Son tres veces durante el mes que preparamos esa comida”.
El altar en Cedral, Quintana Roo
Pablo Camal, de la comunidad del Cedral de Quintana Roo narra con lujo de detalles cada uno de los elementos y simbolismos en el altar: “La cruz que tenemos aquí, en el suelo y que conduce al altar, la hacemos con la ceniza del fogón. Las velas blancas representan los cuatro puntos cardinales: norte, sur, este y oeste, ellas proveen la luz para que las ánimas se guíen con su resplandor”.
Mencioné a Pablo Camal la singularidad de que los altares representativos de los pueblos mayas del Estado de Quintana Roo son hechos en forma de una casita. Él concuerda: “Exactamente y se hacen con los materiales de la región, similar a nuestras viviendas. Usamos palma y madera. No utilizamos clavos para amarrar las vigas. La madera que utilizamos es la majagua silvestre y la usamos también para los amarres de todo lo que es la casita, el material que utilizamos es de la región”.
En las comunidades mayas de Quintana Roo, la celebración se inicia el 31 de octubre, que es el día dedicado a los niños. A ellos les ponen principalmente dulces de calabaza, de camote, de papaya; diferentes frutas de la región, junto con la comida que acostumbra un niño a comer y también el trompo, que es un juego inventado por los mayas. Colocan velas de colores: verde, azul, amarillo y morado, todo en el primer nivel del altar.
El primero de noviembre está dedicado a los mayores de edad. “Utilizamos el segundo nivel para honrar las almas de los adultos, ponemos velas negras. Les brindamos comida como el chachacuá, pollo en caldo o escabeche, platillos que los adultos acostumbran a comer y al igual que para los niños les ponemos frutas: naranja dulce y mandarinas que son de la región”, nos dice Pablo Camal.
Las almas olvidadas son recordadas en el tercer nivel con velas negras y ofrendas. “Cuando se hacen los rezos vamos mencionando los nombres de las almas de las personas que van a llegar a recibir lo que le ofrendamos. Utilizamos una resina como incienso para purificar al ambiente alejando a las almas malas y dándole paso a las almas buenas.
Como una ofrenda singular en el altar es el huevo que dedican al alma sola. Lo colocan en el ayal, una canasta que cuelga a la entrada de la casita, “para que el alma sola se entretenga con él y deje pasar a las almas de nuestros familiares a disfrutar de lo que le ponemos en el altar”. Como el huevo es ovalado creen que el alma sola le da vueltas y más vueltas tratando de encontrar por dónde empezar a comerlo, lo que la distrae.
“Esto lo hacemos en la mañana al colocar el chocolate con el primer rezo; al mediodía hacemos las oraciones con comida sancochada y en ese momento ponemos en el ayal las patitas del pollo, el pescuezo, las alitas y así el alma sola sigue entretenida con los huesitos, dejando pasar a las almas que esperamos. El significado de las flores de color anaranjado es que lo estamos haciendo con alegría, que estamos contentos al recibir a nuestros difuntos y las florecitas moradas representan el amor con que los esperamos”.
Los instrumentos de trabajo que los fallecidos usaron en vida, entre ellos el machete y el morralito cuelgan en una de las paredes del altar. No olvidan de ofrecerles balché a las almas, una bebida sagrada de los mayas producto de un árbol del mismo nombre.
El altar en Kantulmiki, Quintana Roo
Germán Polche, nativo de la población de Kantulmiki cuyo significado es “Piedra brillante bajo el sol”, inicia nuestra conversación declarando de una manera muy sincera: “Mi corazón está contento porque esperamos a nuestros muertos”. Al preguntarle sobre la diferencia en el estilo de los altares de las diferentes poblaciones del Estado de Quintana Roo, él señala que son pequeñas. “En Kantulmiki ponemos el altar conscientes de su orientación, algo que es muy importante en el pueblo maya. Colocamos la espalda del altar hacia el lado donde sale el sol y la apertura viene quedando donde se oculta el sol, incluso las jícaras en el altar están orientadas hacia la salida”.
Señala, Germán Polche, que cuidan mucho los cuatro elementos que deben estar presente en el altar: “el maíz, que es una parte básica de nuestra alimentación, representa a la tierra; las velas representan el fuego; en el tercer nivel de nuestro altar representamos el aire y el agua”.
Las comunidades mayas están muy conectadas con la naturaleza, en el mes de noviembre el árbol del balché florece. Sus flores de color morado se utilizan para adornar los altares de Hanal Pixán. A mediados de noviembre es la única vez del año que el pájaro Bix canta, haciendo un sonido similar a su nombre, su canto les indica que ha llegado el momento de que las almas regresen a su lugar de descanso. Celebran entonces el Bix, el octavario o la despedida de los muertos.
“Se ilumina todo el pueblo con los cabos de velas sobrantes, colocándolas en dirección al cementerio y preparamos nuevamente el mucbil pollo. Aunque ha concluído el Hanal Pixán, el altar con las ofrendas lo tenemos durante todo el mes. El último día de noviembre, cuando las flores del balché comienzan a caer es la señal que el Bix ya terminó y preparamos como despedida, por tercera vez, el mucbil pollo”.
Germán Polche señala como algo que respetan mucho es el hecho de que cuando alguien muere durante los días de Hanal Pixán, llaman “cuchi pic” al alma de la persona fallecida “quien va a cargar el alimento y las velas, para dirigir durante todo el año a nuestras ánimas. Esto es lo que nos hace un poco diferente a los demás. En cuanto a la colocación de velas, flores y ofrendas en los altares es muy parecido a las otras comunidades: para los niños ponemos los dulces, alimentos y juguetes que van en el primer nivel; en el segundo nivel colocamos la comida picosa, el balché, la sal y las velas negras para los adultos y en el tercer nivel recordamos al alma sola”.
Al concluir la celebración de Hanal Pixán, los preparativos para la siguiente edición del Festival de Tradiciones de Vida y Muerte en Xcaret se inician enseguida. Este año 2013, el estado invitado es Campeche y el tema de la celebración en honor a los muertos se titula “Xtabay”.
Los programas se desarrollarán en base a una leyenda que narra y compara la forma de ser de dos mujeres: Xtabay, de corazón bondadoso y gran belleza y Utz-Colel, orgullosa y fría, quienes vivieron en un pueblo yucateco. Al morir Xtabay las cualidades demostradas durante su vida fueron reconocidas por la Madre Tierra con el nacimiento sobre su sepulcro de hermosas flores aromáticas, hasta entonces desconocidas en el Mayab. En cambio, al morir Utz-Colel, quien pregonaba su pureza y honestidad, nació un cactus llamado Tzacam, erizado de espinas y que produce una flor sin aroma y en algunos casos de olor desagradable.
Una vez más los habitantes de las diferentes comunidades expondrán y compartirán en Xcaret sus creencias, en un marco en el que se cuida que cada detalle de la tradición de Hanal Pixán sea presentada de manera fiel a las raíces de la cultura maya.