ESPERANDO A DON POLVO
La Polveada la llaman
y así está de blanquecina;
porque maquilla su cara
con un polvillo de harina.
Sentada en su mecedora
teje y teje el desbarato;
mientras entretiene ovillos
el holgazán de su gato.
La tejedora Pelona
tan sólo enseña las manos;
mientras entrelaza lana
para un gorro mexicano.
Capuchón para el minino
que se complace en la cama;
y parece el rey del sueño
gobernando sin pijama.
La Polveada no sale
del cuarto de su finado;
con micifuz atesora
el polvo de lo pasado.
Cama, baúl, mecedora
y la colcha maravilla;
encaje de unión vivido
entre-dós y con puntilla.
No toquen la cabecera
y no lean las revistas;
todo ha de estar en su sitio
para la cita prevista.
Recibirán a Don Polvo
con limpieza y ablución;
y para entonces el gato
ya tendrá su capuchón.
©Julie Sopetrán