Información en la Exposición de la Ofrenda Magna de la Ciudad de México
A la par que la artesanía ritual, durante la fiesta de Día de Muertos aparece una serie de manifestaciones artesanales de tema mortuorio, pero cuya función atañe más al aspecto lúdico, de juego de diversión. Así, surgen juguetes y objetos decorativos dedicados al esparcimiento de los niños y al gozo estético de los adultos.
Entre los juguetes cabe mencionar a los entierritos de cartón, consistentes en una procesión de curas que cargan un ataúd; a las cajitas de muertos, de barro o de cartón, accionadas por un hilo que levanta al difunto; a los títeres de barro y alambre continuamente temblorosos; a los muñecos planos con movimientos articulados; a las figuras de esqueletos de papel maché y alma de vara, representación de inagotables personajes populares: la pareja de novios, el panadero en bicicleta, los músicos tocando los instrumentos, la molendera de masa para las tortillas, las calaveras zapatistas y catrinas.
Otra artesanía son los árboles de la muerte elaborados en barro y decorados en colores vivos. Estos árboles a veces de gran altura, brotan de una calavera que hace las veces de raíz, el tronco está formado por un esqueleto lleno de ramificaciones terminadas en flores que sirven de asiento a las calaveritas que representan personajes del pueblo. El árbol simboliza la muerte florida, es decir, la creencia de la existencia de una vida después de la muerte.
En esos días de fiesta, los niños se entretienen jugando con la muerte y elaboran su propia artesanía. En una calabaza grande y ahuecada forman una cara por medio de incisiones, le colocan una vela dentro y un hilo para poder asirla; salen a pedir su calavera, la cual consiste en monedas que les obsequian los viandantes y que rápidamente se convierten en dulces.