LA PRESUMIDA
Se ha vestido de gran dama
porque no es una cualquiera;
que pasea sus primores
como si una reina fuera.
Sus cabellos recogidos
y rizadas sus pestañas;
hasta el clavel cempasúchil
brilla adornando su cara.
Largos aretes endiosan
sus mejillas sonrosadas,
que dejan al descubierto
el sarcasmo en su mirada.
Cuando sonríe descubre
su dentadura postiza;
que con la boca tan grande
al instante exterioriza.
Su vestido de lunares
va endosado de puntillas;
y activa un gesto elegante
cuando entorna la sombrilla…
Y como toda ella es hueso
fácilmente ratifico,
que sujeta en su cintura
el cuerpo de un abanico.
Chata, altiva y muy garbosa
nos mira con ironía;
como diciendo a su paso
que ya nos llegará el día…
Y tantito no sabemos
por donde nos va sitiando;
pues no más, la Presumida
no dice cómo, ni cuándo…
©Julie Sopetrán