LA PELONA FLORISTA
La Muerte estaba aburrida
sin garbo y sin desparpajo;
deambulaba las calles
sin comida ni trabajo…
Se fue al campo vagabunda
halló una milpa de flores;
y de repente le entraron
las ganas y los sudores…
Y le gustó el cempasúchil
se acicaló como dama;
adornó su calavera
con una flor porcelana.
Con su vestido estampado
y su cara sonriente,
vendiendo su mercancía
disfrutaba de la gente
y apenas sin desearlo
les enseñaba los dientes…
Y se ha pintado los ojos
de azul como una vedette;
enseñando en sus mejillas
un rosado colorete.
Sus labios rojos carmín
su collar granate oscuro;
La Florista está contenta
y le sonríe al futuro.
Vende, vende el cempasúchil
con amarillo interés;
y arrodillada entre flores
se le han dormido los pies.
Hasta trabaja a deshoras
y lo hace con buen criterio,
para que no falten flores
en su amado cementerio.
©Julie Sopetrán