La celebración de Xantolo en la Huasteca Hidalguense se ha convertido en un rito enriquecido con una serie de ceremonias. Es costumbre preparar la primera ofrenda el 29 de septiembre, día de San Miguel, ya que se considera que en esta fecha las ánimas salen del cielo, pues San Pedro les abre las puertas para que vayan a recibir desde ese momento sus ofrendas. La primera consiste en tamales y café.
La segunda ofrenda se hace el 18 de octubre, día de San Lucas. En este día cosechan los plátanos verdes para que estén maduros el día de la fiesta. En esta fecha muchos limpian y pintan sus casas, muelen el cacao para el chocolate y elaboran las flores de papel para los altares, además se preparan tamales para saborear la sazón ya que tienen que comprobar si están buenos los elotes, porque el tamal de Xantolo “no es cualquier cosa”.
La tercera ofrenda se hace el 2 de noviembre, que es cuando se realiza el convivio más grande. El día de San Andrés, el 30 de noviembre se prepara la última ofrenda de
tamales y se baja el arco, recogiendo con mucho cuidado las flores secas del cempoalxóchitl que se usarán al año siguiente para regar en los surcos. Los habitantes de algunos pueblos acostumbran ir al cementerio esa mañana, llevando sus ofrendas de comida, para así despedir dignamente a las almas de sus seres queridos hasta el año venidero.
Para poner el altar, con el arco ya forrado de palmilla y flores, se colocan sobre la mesa manteles bordados a punto de cruz o relleno con la imagen de la Virgen, así como artesanías de Chililico, que para esta celebración se pintan con colores brillantes. Los platos tradicionales que se preparan como ofrenda son el chocolate; pan casero —redondo, gordito y muy rico— cuya masa es preparada con manteca del puerco; mole de guajolote, adobo, pipián, chile relleno y tamales grandes que en esos lugares se llama tlapepecholi, tapataxtli o tlaixpiktle, el cual alcanza para dar de comer a muchas personas y que se acompaña, por separado con chile en vinagre.