“Sacrificio y Gloria de Desiderio Hernández Xochitiotzin
Entrevista y fotos por Mary J. Andrade
“Estimados paisanos tlaxcalteca, los saluda desde su estudio Desiderio Hernández Xochitiotzin.
Estamos en plena campaña política, se acerca el 15 de noviembre, día de la votación, recordemos nuestra conciencia histórica que desde los Cuatro Grandes Señoríos Tlaxcaltecas, los 30 caciques menores y los 222 electores, desde el pasado prehispánico ellos ejercían su voto. Tlaxcaltecas recordemos esta gloria y votemos. ¡Yo voy a votar!”.
Apoyado en su caballete con los pinceles en su mano derecha, el maestro Desiderio Hernández Xochitiotzin tranquilamente dirige su mensaje a sus conciudadanos, mientras las cámaras de televisión lo enfocan.
A un costado de la sala, sentada en un sofá, sigo atentamente el desarrollo de las tomas, mientras espero que terminen para poder iniciar con él una entrevista por largo tiempo esperada.
Mi visita a Tlaxcala coincidió con el acercamiento de las elecciones estatales. Al pintor y muralista Desiderio Hernández Xochitiotzin, uno de sus preclaros ciudadanos, se le solicitó su apoyo a través de un mensaje televisado, para animar a los tlaxcaltecas a ejercer sus derechos al voto.
El maestro Desiderio es conocido a nivel internacional por sus pinturas y, en particular, por haber plasmado en los muros del Palacio de Gobierno de la ciudad de Tlaxcala la historia de su pueblo, una historia que reivindica a los tlaxcaltecas.
Hace más de dos años, en una visita rápida que hice a Tlaxcala, tuve la oportunidad de contemplar los murales pintados por él en el Palacio de Gobierno. Después de recorrer la planta baja y subir al segundo piso, busqué ansiosamente su figura en el andamio colocado a un costado de la escalera pero no estaba, él ya había terminado su jornada diaria y se había marchado a su casa.
Ante la imposibilidad de hablar con el maestro Desiderio en aquella ocasión, me dediqué a fotografiar los murales. Regresé a Puebla, prometiéndome hacer todo lo que fuese posible para establecer el contacto que me garantizara la oportunidad de una entrevista.
Con el objeto de investigar la celebración del Día de los Muertos en Tlaxcala y gracias a la intervención del Profesor Pedro Ángel Palau, Director de Promoción Social y Cultura del Ayuntamiento de Puebla, quien arregló el encuentro, pude llegar hasta el maestro Desiderio. Esa mañana, mi visita coincidió con la grabación del video.
Fue fácil conversar con él, su trato amable, abierto a las inquie- tudes, sin poses ni actitudes, hizo que la comunicación se estableciera de inmediato, matizada con comentarios alegres.
Desiderio Hernández Xochitiotzin nació el 11 de febrero de 1922 en el pueblo de Santa María Tlacatepec, en San Bernardino Contla. Cuando tenía un año de edad, sus padres don Alejandro de la Cruz Hernández de la Rosa y doña Natividad Xochitiotzin fueron a vivir a Puebla. En esa ciudad, Desiderio Hernández Xochitiotzin realizó sus estudios de primaria mientras ayudaba en el taller de hojalatería y herrería artística que su padre estableció.
Por las mañanas asistía a la Escuela al Aire Libre y por las noches estudiaba dibujo, geometría, perspectiva y anatomía en la Academia de Bellas Artes en Puebla.
Su inclinación al arte lo motivó para que junto con otros pintores formaran en 1940 la Unión de Artes Plásticas en la ciudad de Puebla, en el lugar donde más tarde se ha llegado a conocer como el Barrio del Artista, El maestro Desiderio fue uno de sus seis fundadores.
Mientras desarrollaba su labor con su padre, su vocación se afianzó, decidiendo, en 1947, dedicarse profesionalmente a la pintura.
– ¿Qué lo impulsó a tomar esa decisión, maestro Desiderio?
– Profesionalmente considero que comencé a vivir de la pintura a la edad de los 25 años cuando me casé y dejé la artesanía artística a la que me dedicaba en el taller de mis padres.
– Mis inquietudes artísticas se remontan a mis primeros años de vida. Mis padres conservaban mis cuadernos escolares y recuerdo que me castigaban en la escuela porque convertía las letras en muñecos y porque les ponía ojos. Ya entonces pintaba en los trabajos manuales. Al terminar la primaria pensé en ser arquitecto, sin conocer la palabra, pero fue entonces que entendí que para estudiar esa carrera tenía que estudiar la secundaria y preparatoria y luego ir a la Ciudad de México. Yo era el mayor de 11 hermanos y vivíamos en Puebla, refugiados de la Revolución y fue allí donde experimenté el dolor de ser llamados ‘traidor’, ‘hijo de indios’, ‘refugiado’. Todo esto me llevó a la conclusión de que no podría llegar a ser arquitecto.
Hay tristeza en sus palabras. Pero ésta queda atrás al continuar el maestro Desiderio con sus recuerdos.
– Después de enfrentarme a muchas dudas e incertidumbres, al casarme decidí probarme y darme un plazo de cinco años. Mi esposa Lilia y yo empezamos a sufrir y a gozar con las consecuencias de mi afán por hacer lo que verdaderamente me atraía. Casi enseguida comencé a tener contacto con los grandes maestros y mi obra se distinguió, pero al mismo tiempo me di cuenta que sí podía dedicarme a mi arte, pero que nunca llegaría a ser rico, ya que soy un hombre de ideas y que por mis principios en muchas ocasiones me voy contra la corriente.
– ¿Cuál es su proceso de creatividad?
– Para comenzar le diré que siempre he trabajado en lo que me gusta. Cuando hago las cosas con facilidad siento que termina el artista y comienza a nacer nuevamente el artesano, ya que en mi concepto todo que se hace fácil es peligroso.
– En todo trabajo debe existir un proceso, el tema lo proyecta uno con todos sus detalles, pero no se sabe cómo va a terminar. Esa aventura en la realización es lo importante. Cuando se sabe cómo va a terminar exactamente un cuadro, ya uno está amolado. Hay que cambiar de rumbo, porque en ese instante uno se convierte en artesano. El artesano sabe exactamente cómo se hace una silla y cómo quedará ésta. El artista en cambio debe tener una nota de aventura, de emoción. Que durante el desarrollo surja algo en lo que no haya pensado y que al final llegue a formar parte del todo.
A partir de su decisión de independizarse y dedicarse a la pintura, el maestro Desiderio se fue abriendo camino a través de exposiciones, contacto con otros artistas de renombre, trabajos de investigación y reconocimiento a la aportación de pintores como Agustín Arrieta.
El maestro Desiderio reconoce que la idea de pintar los murales en el Palacio de Gobierno de Tlaxcala no surgió de él.
Un domingo, en enero de 1953, en la ciudad de Tlaxcala el poeta y dramaturgo Miguel N. Lira le propuso pintar un mural en el Palacio de Gobierno, que narrara la historia del estado.
– ¿Cuál fue su reacción ante esta propuesta?
– La verdad es que no le hice caso. Le dije que sí, pero no lo tomé en serio porque yo conocía algo de ese complejo mundo y sabía sobre todo que pintar un mural cuesta mucho, ya que hay de por medio el trabajo de albañilería, de investigación, de materia prima, de andamio, por ello no le presté mayor atención.
Sin embargo, la semilla estaba puesta y el maestro Desiderio inició sus estudios de investigación sobre su tierra natal.
La propuesta del Lic. Miguel N. Lira, escritor, editor y poeta se basó en su conocimiento en el trabajo del maestro sobre quien comenta que “es dueño de una sensibilidad muy propia que desarrolla con ironía, con sátira, enfrentando la vida a la muerte a lo gracioso. Xochitiotzin ha conseguido explorar el alma escondida del mexicano y lo ha expuesto a los ojos de todos en sus recodos más enraizados…”.
Las actividades artísticas y docentes del maestro Xochitiotzin continuaron afianzándolo en su ascenso. Sus inquietudes intelectuales lo llevaron fuera del país, viajando por Europa en 1953 y regresando a México identificado y a entregarse a “suyo”.
En 1957 volvió a Tlaxcala para radicarse definitivamente en su estado, iniciando ese año su trabajo pictórico en los muros del Palacio de Gobierno.
– ¿Cuál es el objetivo de su obra?
– He realizado esta obra con el propósito de dignificar la historia de Tlaxcala. Como su título lo explica con toda claridad, es “Historia de Tlaxcala y su Aportación a los Mexicanos”. No es la historia aislada de Tlaxcala, sino que es la historia de Tlaxcala relacionada con la nación.
– Mi obra es la dignificación histórica de nuestra tierra, por eso es que he andado con mucho cuidado, todo lo que he pintado tiene un respaldo de trabajo, de estudio, de defensa histórica. Son años de dedicación a lo que llamaría mi sacrificio y gloria.
– ¿Por qué sacrificio y gloria?
– Es gloria para mí porque es la obra que más quiero y a la vez la que más me ha hecho sufrir. Sin embargo, ambos sentimientos van unidos. Nada, por simple que sea, trae la felicidad total, ya que junto a la felicidad va el dolor.
– ¿Cuáles son las razones que hacen que llame a esta obra su sacrificio?
– Señalaría los primeros escollos a los que tuve que enfrentarme, que son muy lógicos. Cuando empecé a pintar los murales era muy joven y lógicamente ya había seleccionado el Palacio de Gobierno. Para empezar, hay que reconocer que la historia de Tlaxcala es muy compleja, muy calumniada y a la vez inexplicable. Está llena de lagunas. Entre nosotros mismos no iban a permitir que pintara cualquier cosa. Los primeros escollos los sentí entre la Sociedad Cultural de Tlaxcala y la sociedad de Historia y Literatura. Ellos no me dijeron que no cuando les presenté los programas generales. Nunca presenté programas específicos porque era imposible, ya que me hubiese tenido que pasar la vida haciendo la historia de Tlaxcala literariamente. Cada fragmento que localizaba lo presentaba y lo pintaba, de esa manera es que he podido llegar a donde he llegado.
El muralista se siente satisfecho de haber proyectado una imagen diferente y por haber contribuido entre sus conciudadanos a levantar el orgullo de ser tlaxcalteca.
Para el maestro Xochitiotzin, entre los muchos aspectos importantes de su obra, estuvo su “necesidad de documentar correctamente a la sociedad en tres aspectos fundamentales: el mundo civil con sus jerarquías, el mundo militar y el mundo religioso…”.
Al enfocar el aspecto étnico recuerda algo desagradable que le sucedió en el Palacio Nacional.
–En una ocasión, visitando los murales del maestro Diego Rivera, vi que un guía conducía a un grupo de turistas a quienes hablaba en inglés. Me surgió una duda y me acerqué al guía una vez que había terminado su recorrido con el grupo y le hice una pregunta. Su respuesta fue ‘yo no trabajo para indios’. No me ofende que me llamen indio, al contrario me identifica, pero su expresión despectiva se me quedó grabada, tanto que cuando tuve la oportunidad de pintar los murales pensé de inmediato en poner letreros en los frescos para evitar que una situación como la que cuento pudiera volver a suceder. Es por ello que he puesto texto en los frescos y todavía más: la parte de arriba en nahual y la inferior en español, para que nuestro pueblo vea que ambas lenguas están a la par, que deberíamos ser bilingües, reconociendo nuestra lengua nativa.
El comentario anterior se encuentra en el libro publicado por el Gobierno de Tlaxcala, Secretaría de Turismo, titulado “Comentarios a los Murales del Palacio de Gobierno”.
Definitivamente, con ellos se inicia una nueva etapa en la historia actual de Tlaxcala y del tlaxcalteca.
En otra ocasión, después de hablar con el maestro Xochitiotzin, volví al Palacio de Gobierno a observar detenidamente en los murales la expresión de aceptación y resistencia a la vez, en el rostro de una doncella que iba a ser sacrificada a los dioses. Detrás de aquella imagen hay una historia que demuestra la entrega que a su trabajo le ha brindado su esposa.
Congregados en el piso inferior y en las escaleras habían varios grupos de visitantes que eran conducidos por guías, quienes explicaban el significado de cada una de las partes de los murales. En el tono de sus voces se sentía la satisfacción de poder exponer dignamente la historia de su pueblo.
Los murales representan para el maestro Xochitiotzin varios años de trabajo realizado plásticamente en la pared, pero la obra consta, como se mencionó anteriormente, del trabajo de investigación histórica, arqueológica, cronológica, etc. Dichos trabajos fueron hechos fuera de programa, tiempo y presupuesto. Son años de investigación ardua y profunda, ya que el maestro Xochitiotzin ha puesto mucho cuidado para que no puedan ser rebatidos.
Reconocido por historiadores de arte, poetas, pintores, ellos dan su testimonio de diferentes maneras. Para Milena Kopritza, Historiadora de Arte: “La obra del maestro Xochitiotzin, en mi concepto, representa un canto del pueblo. Simboliza la voz de un hombre que ama entrañablemente a los suyos y que lo manifiesta cotidianamente en el acto amoroso de pintar, al que se entrega cabalmente”.
De 1957 a 1968, el pintor concluyó 285 metros cuadrados de pintura de los murales denominado “Tlaxcala prehispánica”, con la técnica del fresco. Entre 1967 y 1968 realizó los estudios y pintó el mural denominado “La Conquista”, y entre 1987-1988 pintó “El Siglo de Oro Tlaxcalteca”. Estas obras forman parte del programa mural: La Colonia. En 1990 dio inicio al mural “Del Siglo de la Luces al Porfirismo en Tlaxcala y México”.
La obra mural pintada en el piso inferior y a lo largo de las paredes junto a la escalera será completada en el corredor superior. Allí el maestro Xochitiotzin pintará lo que él llama “Lo Mexicano”, que “es lo que está sobre todo lo anterior, lo que está cimentado en la raíz y lo que será la puerta al México eterno: “La Revolución Armada y la Institucional”.
Su obra de historiador, humanista, escritor, pintor de caballete y orador continúa creciendo al margen de los años de dedicación pintando los murales. Sus cuadros se han exhibido con éxito tanto en México como en EE.UU., España, Venezuela y otros países.
Conferencista incansable, lleva su mensaje a las aulas universitarias al igual que a los hogares a través de los diferentes medios de comunicación.
El maestro Xochitiotzin es conocido en los círculos intelectuales, políticos y sociales. Caminar con él por el centro de la ciudad de Tlaxcala, al igual que por las calles de pequeños poblados equivale a irnos deteniendo cada cierto tiempo para que él conteste el saludo cariñoso y a la vez respetuosos de sus amigos.
Precisamente en nuestro recorrido por Ixtenco, al detenernos en una vivienda humilde para solicitar permiso para ver el altar de muertos que habían levantado, el dueño de la casa quien no conocía personalmente al mestro, se mostró complacido al enterarse quien era, pues tenía proyectado buscarlo para solicitar su ayuda en un problema que se había presentado en la reconstrucción de una de las iglesias del pueblo.
Es parte de la naturaleza del maestro Xochitiotzin prestar atención a los problemas que surgen en las diferentes comunidades y actuar como intermediario, ya que su voz es escuchada por igual por los habitantes y la autoridades.
Para mí, compartir varias jornadas de trabajo con el maestro Xochitotzin fue un privilegio y una experiencia valiosa desde todo punto de vista.
Viajero incansable dentro y fuera de su país, el muralista tlaxcalteca ha experimentado de cerca la realidad de los hispanos en los Estados Unidos. Para ellos su mensaje es claro y directo:
“¡Busquen sus raíces, sin pedir prestado nada a nadie, ni a los aztecas, ni al águila, ni a la serpiente emplumada, ni a Cuahtémoc. Tienen que vivir su propia personalidad histórica. Hay suficiente raíces en cada uno de los lugares donde viven los hispanos en los Estados Unidos, son esas raíces las que deben aceptar y desarrollar.
–Si yo viviera en esa franja que no es Estados Unidos ni es México, que es una zona saqueada, buscaría allí las raíces autóctonas, las raíces novohispanas, ya que allí llegaron los españoles y también los frailes con sus errores y aciertos.
– Los que viven allí, que traten de tener su tierra, porque ya es de ellos. Allí viven, allí nacieron, allí tienen sus montañas. Esa es su realidad y es esa realidad la que deben vivir.
Su mirada directa y su voz cálida proyecta sus convicciones humanísticas. Y el hombre, amante de su tierra y de sus costumbres es igualmente capaz de emocionarse al contemplar el profundo significado de la muerte a través de la forma tradicional que representa el paso y el legado del ser humano en este plano terrenal.
Para el maestro Xochitiotzin el mejor homenaje a su memoria después de su transición sería a través de un altar, colocando en él su caballete, sus pinceles, una de sus pinturas y su retrato.
Al dar esta descripción su voz se ahoga y enjuga una lágrima en mudo homenaje a la memoria de su hijo José Guadalupe y a tantos amigos que le dieron su apoyo y que lo motivaron a tomar los pinceles para pintar su obra más querida, aquella que cataloga como su sacrificio y su gloria: los murales del Palacio de Gobierno de Tlaxcala.
Libros de consulta que se usaron: “Carnaval de Contla”, Desiderio Hernández Xochitiotzin; “Comentarios a los murales del Palacio de Gobierno”, Desiderio Hernández Xochitiotzin, Gobierno del estado de Tlaxcala, Secretaría de Turismo; “Xochitiotzin, su vida y su Obra”, por Luis Nava.
Esta entrevista fue publicada el 5 de junio de 1993, en el semanario “La Oferta” que circula en San José, California.
El 14 de septiembre de 2007, el muralista Desiderio Hernández Xochitiotzin falleció en la ciudad de Tlaxcala, dejando a su estado, a su país y al mundo el legado de una obra pictórica en la que a través de su arte narra la historia de su estado.
La reproducción de esta entrevista, en este portal, es un pequeño homenaje al amigo que generosamente compartió conmigo varios días de jornadas, visitando diferentes poblaciones para mostrarme la celebración de una de las tradiciones más hermosas: del Día de los Muertos en Tlaxcala.
Como un homenaje a su padre, los hijos del maestro Desiderio Hernández Xochitiotzin han construído un blogspot. Para mayor información sobre su vida y su obra visite el portal: <http://www.desideriohernandezxochitiotzin.blogspot.com>